Creatividad e Imnovacion

El término “creatividad” fue introducido por Jacob Lévi Moreno en los años 50 Sobre el modelo de productividad. El sentido de este neologismo es evidente. Significa aptitud por crear, acción de crear, de producir algo nuevo. Pero la “innovación” presenta formas diversas, como son la creación, el Descubrimiento y la invención. Podemos pensar en una creación a partir de la Nada (Mozart, Cervantes), un descubrimiento de algo que ya existía pero era Ignorado (Darwin, Colón), una invención, algo que antes no existía (Watt, Edison). La innovación posee varios rostros. La creatividad es otra cosa. Está ligada a la productividad industrial. Es una creatividad acelerada, que Moreno observó con sus estudios sociométricos cuando medía la cantidad de las relaciones entre la gente en los grupos de trabajo, y la fuerza de los líderes y los efectos de liderazgo. En general, lo que entendemos por “creatividad” resulta ser, simplemente, una creatividad variacional. Llamamos creatividad variacional a aquellas producciones donde lo esencial permanece y lo que varía son las formas de lo que ya era perfecto (el reloj Swatch o los pictogramas de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en versión “gestual” sobre el modelo creado por Otl Aicher que es una invención perfecta). La creatividad, pues, no es una creación libre, lúdica, gratuita. Está supeditada a un brief o pliego de condiciones técnicas. Éste a su vez lo está a unos objetivos. Y éstos han sido predeterminados por alguien que es ajeno a lo que será creado y a su creador. Justo lo contrario de lo que hacían los innovadores como Xenakis, Van Gogh,

Tecnología de la creatividad La actividad creativa tiene una base teórica o metodológica, operacional, que es intrínseco a su carácter productivo, ligado a la economía. En la actualidad se designa con este término un conjunto de técnicas y métodos practicados por pequeños grupos, y tienen como finalidad estimular la imaginación creadora y ayudarles a producir el mayor número posible de ideas sobre un tema dado. Sin embargo, el problema de la creatividad no es la capacidad de producir cien ideas originales, sino saber cuál es la mejor. Estas técnicas y métodos son numerosos, bien conocidos y constituyen recetas diversas que designamos con palabras como brainstorming, heurística, invéntica, pensamiento lateral (Paul Souriau fue su creador mucho antes que De Bono), las matrices combinatorias, la “trituradora”, el heuridrama, la sinéctica y una serie de métodos que se reagrupan en categorías como “analógicos”, “antitéticos”, “aleatorios”, “listings”, “dimensionales”, “lingüísticos” y “críticos”, entre los grandes métodos. ¿Cómo piensa la mente cuando crea? Muchos han sido los interesados en poder saber de qué modo surgen en la mente las grandes ideas. Pero los obstáculos que lo impiden son tozudos. En parte son causa de las limitaciones propias del lenguaje. Y en gran medida, en la falta de voluntad, o de capacidad, para revelar tales experiencias personales. Los pensamientos -las trayectorias de la ideación- terminan por permanecer estrechamente condicionados, modelados por el lenguaje, que a su vez es almacén de conceptos imaginarios y de modos, aunque sólo sean gramaticales, de ensamblado. “El pensamiento no puede ser más preciso que la lengua de la que se sirve” y Wittgenstein añadía: “El límite de mi pensamiento son los límites de mi lenguaje”. Aún con estas dificultades, Leibniz afirmaba: “Hay una cosa más importante que los más bellos descubrimientos, es el conocimiento del método por el que éstos se hicieron”. Paul Valéry piensa en la misma línea; en su Introducción al Método de Leonardo da Vinci, declara: “Muchos de los errores que vician las apreciaciones hechas sobre las obras humanas, son debidos a un singular olvido de su gestión” (...) “Y aunque demasiado pocos autores han tenido el coraje de decir cómo han conseguido construir su obra, lo que creo es que ni siquiera hay muchos que se hayan arriesgado a saberlo”. Picasso apenas da pistas, contrariamente a lo que hace la mayoría, él precisaba: “Primero encuentro, después busco”. Paul Souriau daba su versión: “Para pensar bien hay que pensar al margen”. Albert Einstein, privilegiaba la imaginación: “La imaginación es más importante que la inteligencia”.

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